La tecnología nos acerca a lo lejano, permitiéndonos volver lo extranjero
en familiar y próximo a nosotros aun estando separados por un océano. En pensar
en este acortar distancias, probablemente pensamos en las noticias, nunca antes
aquello que pasaba al otro lado del mundo había estado tan cerca. Pensamos
también en las llamadas telefónicas y de vídeo con familiares y amigos que
viven a dos horas, cuatro, ocho, quizás doce horas de avión. Si disponemos de
un smartphone y conexión a internet, tenemos el mundo a la mano.
En acercarnos al mundo, la tecnología también nos ha permitido acercarnos a
las demás culturas y lenguas. Abrimos la App Google Play o Apple Store, empezamos
a escribir un idioma y se abre el desplegable de Apps gratuitas y de pago que
nos prometen adquirir todos los conocimientos básicos y no tan básicos de inglés,
francés, alemán, español, chino, italiano, portugués, japonés (la lista es
larga) en tan solo unas semanas. Apps lúdicas, Apps de gramática, Apps de
conjugaciones, Apps para niños, para adolescentes, Apps de tándem lingüístico,
un abanico de posibilidades que se extiende tanto como la imaginación del
cliente. Sea cual sea nuestra opinión sobre las Apps de aprendizaje de lenguas,
y sea cual sea su eficacia real, parece que el aprendizaje de lenguas extranjeras
nunca había estado tan promocionado ni había estado tan al alcance de la mayoría.
A su manera, probablemente más dudosa que genuina, la tecnología nos ha traído cierta
democratización del saber que se ha extendido a las lenguas extranjeras.
Pero no todo son Apps. Tutores privados que ofrecen one-to-one learning
y cursos de lenguas online, generales y específicos, expanden el aprendizaje
formal de lenguas extranjeras fuera del aula tradicional y los horarios
convencionales. Si algo nos permite la tecnología es ser flexibles,
flexibilidad de espacio y tiempo. El otro factor clave de la tecnología es la
individualización y la autonomía del estudiante. Alguien con ganas y motivación
por aprender una lengua nunca lo había tenido tan fácil para entrar en contacto
con la lengua extranjera.
La exposición a input variado y auténtico de la lengua meta se considera una
necesidad en el aprendizaje de lenguas extranjeras. Recuerdo cuando empecé a
estudiar inglés, de pequeña. Iba a la librería del pueblo y encargaba aquellos
librillos adaptados por niveles. No sé cuántas veces leí la versión adaptada de
La Isla del Tesoro, definitivamente el léxico de piratas y barcos debió
quedarme incrustado en la memoria para un tiempo. Años más tarde aprovechaba las
salidas con los amigos a Barcelona para comprar los clásicos Penguin, papel lima
grisáceo y tipografía demasiado pequeña y negra con páginas que saltaban a media
lectura. Leer en idiomas extranjeros era un lujo. La democratización tecnológica
también incluye la posibilidad de acceder a la lengua meta y usarla de forma
más o menos diaria, incorporándola en nuestros quehaceres cotidianos. Podemos
escuchar y leer noticias en el idioma estudiado, y acceder a programas de radio
y televisión del país en cuestión. Mediante la tecnología, estudiar una lengua
puede convertirse en un adentrarse (real) a la cultura meta, aún sin pisar el
país de destino. Series televisivas, películas, libros de todo tipo. También
podemos participar en foros y comunidades online y establecer contacto con
hablantes nativos de las lenguas estudiadas. Facilidad para conseguir input y
facilidad para generar output. Parece que los límites son la conexión a internet
y la autodisciplina del aprendiente.
Y, claro está, las TIC al aula. Incorporar las TIC en clase de lenguas
extrajeras no es una condición imprescindible para adquirir un idioma ni para
ser un buen docente. Pero disponer de las TIC y saber explotarlas facilita las
cosas. Pizarras digitales, ordenadores al aula y conexión a internet, proyectores,
equipo de audio, acceso a materiales didácticos en línea, acceso a input
auténtico, aplicaciones educativas… Más allá de la pura renovación didáctica,
las TIC merecen nuestra atención porque: (i) fomentan la participación y colaboración
entre los estudiantes, (ii) fomentan la autonomía de los estudiantes en el
proceso de aprendizaje, y (iii) en el aprendizaje de lenguas extranjeras, permiten
un acercamiento a la lengua y cultura meta. De esta forma, incorporar las TIC
al aula no es tan sólo una forma de hacer nuestras clases más amenas o de “mantenernos
al día” como profesores. Tenemos que entenderlo como una forma de hacer a los
estudiantes más partícipes, una forma de motivarlos en clase e incentivar un
aprendizaje autónomo, mostrándoles todo lo que tienen a su alcance y, sobre
todo, una forma de acercarlos al mundo de la lengua meta.

CC0 Public Domain
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